Memorial Paine: desafíos y resistencia a 51 años del Golpe de Estado
El camino de la memoria es un camino a contracorriente, que no solo se enfrenta al olvido, propio de lo humano, sino también al miedo sistemático instaurado en la sociedad chilena a partir de 1973. Este miedo, como marcó Hobbes en su Leviatán, ha sido una fuerza central que moldea la conducta social, y en Chile inicialmente fue utilizada por la dictadura para controlar y reprimir, y que aún, a nuestro pesar, prevalece en el entramado social, afectando sobre todo a quienes han sobrevivido a la larga marcha de las injusticias, puesto que incluso en plena democracia siguen reclamando por los miles de detenidos desaparecidos y ejecutados en Chile bajo el lema “verdad, justicia, reparación y no repetición”. Estas trayectorias demuestran también cómo el miedo puede ser un motor de acción y resistencia, y eso lo demuestra las agrupaciones de detenidos desaparecidos quienes decidieron actuar con valentía y determinación preservando la memoria como un acto de resistencia, este esfuerzo guiado por la búsqueda de justicia y verdad se ha convertido en un legado irrenunciable en la lucha por los Derechos Humanos.
En Paine fueron 70 vidas las arrancadas de la tierra por militares y carabineros mediante la colaboración de civiles, estos últimos eran conocidos e incluso vecinos, comerciantes, jefes y con quienes algunos habían compartido vacaciones. El horror se instauró en esta comunidad rural que para 1973 tenía menos de 30 mil habitantes y buscaban mejorar sus vidas con la Reforma Agraria. Siguiente al espanto, la indolencia de quienes dijeron que nada había pasado Paine se hace vital recordar que el enraizamiento político de la dictadura cívico-militar aún significa un pasado tormentoso e irreconciliable, el cual, sigue latente en las hijas, hijos, nietas y nietos de las víctimas y en la tragedia que significa no encontrar los cuerpos de sus familiares y justicia. De esta manera, la memoria no solo se enfrenta a la muerte física, sino también a la otra muerte; la del olvido impuesto por la mentira, el silencio y la complicidad, que buscan todavía, a 51 años del Golpe de Estado, desvanecer de nuevo las vidas y la dignidad de quienes fueron detenidos sin juicio, ni razón, a quienes les arrebataron el futuro y su propia historia.
La persecución de opositores al régimen y simpatizantes de izquierda marcó el inicio de la violencia política y el terrorismo de Estado impregnó todo el tejido social dejando una huella indeleble en las mentes de las familias y en los cuerpos de las víctimas. Este miedo institucionalizado no sólo silenció a las disidencias, sino que transformó la política en un orden policial. Fue así como Pinochet y sus cómplices instauraron un régimen en el que el poder se sostenía a través de la coerción, el terror y la eliminación de cualquier forma de oposición. Todos quienes eran diferentes eran enemigos. La dictadura no solo detuvo, torturó y asesinó a miles, sino que, en muchos casos, removió sus restos, los ocultó, lanzó al mar. El horror no terminó con sus muertes: había que eliminarlos por completo, por ello, el dictador exasperado ordenó la desaparición de los restos en diferentes operaciones una de ellas fue la Operación Retiro de Televisores en 1978, coordinada por sus subalternos-cómplices en todo el país, además prosiguieron con los años a incinerar documentos que les vincularan con el infierno en el que habían convertido a Chile. En el discurso en el marco del Día Internacional de las personas Detenidas Desaparecidas (2024) en Memorial Paine podemos intentar entender lo que significa no encontrar siquiera los restos para enterrarlos, las familias figuran, salvando las diferencias, como una especie de Antígona, que defienden con valor el derecho de enterrar a sus seres amados, no sin antes encontrar justicia, porque a esta jamás se renuncia:
“La ausencia de un cuerpo impide el duelo y extiende el sufrimiento de manera interminable, convirtiendo el dolor en una herida que no cicatriza. La desaparición forzada anula cualquier posibilidad de despedida, generando un silencio devastador y una incertidumbre y dolor perpetuo”.
A pesar del miedo impuesto como política este no logró ni ha logrado detener a las familias que, desde el mismo día de las desapariciones forzadas, no dudaron en salir en busca de respuestas, si bien es cierto que enfrentaron la represión constante, pero siguieron luchando por encontrar justicia. Desde Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados de Paine (AFDDyE) y Memorial de Paine se ha buscado preservar la vida de los 70 hombres, a través de las historias y símbolos de sus vidas inscritas en mosaicos que reflejan el compromiso de resistir, difundir y educar sobre quienes fueron, porque, como escribió Jorge Eduardo Eielson: “Si olvidas todo huyes de todo pierdes todo” y eso es precisamente lo que no han querido que suceda en Paine las viudas, hermanas, hijas, hijos y hasta nietos y nietas, además de los docentes e integrantes del equipo de Memorial Paine, quienes han asumido la responsabilidad de trabajar a través de la pedagogía de la memoria y los DDHH, para que no se olviden las 70 vidas y las de sus esposas y familiares.
EL MEMORIAL DE PAINE, UN LUGAR PARA LA MEMORIA
El 11 de septiembre de este 2024 el presidente Gabriel Boric visitó por primera vez el Memorial de Paine. Y resultó lamentable que en los discursos esgrimidos ese día se obvió frente a los medios y asistentes la importancia y el trabajo que ha sido levantar y mantener en Paine un Memorial que recuerda a diario la vida de los 70 hombres: campesinos, padres, hijos, hermanos, estudiantes, maestros, comerciantes. En el Memorial hay un trabajo porfiado parafraseando a Lemebel en su obra De perlas y cicatrices, porque creemos como él que nuestros muertos están cada día más vivos:
“Nuestros muertos están cada día más vivos, cada día más jóvenes, cada día más frescos, como si rejuvenecieran siempre en un eco subterráneo que los canta, en una canción de amor que los renace, en un temblor de abrazos y sudor de manos, donde no se seca la humedad porfiada de su recuerdo”.
Ese día también parece haberse olvidado que fue la iniciativa de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados de Paine (AFDDyE) la que movilizó a diversas instituciones públicas para lograr que en 2002, junto con el Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior, se convocara un concurso para el diseño del Memorial Paine.Este espacio de Memoria fue encargado a la Dirección de Obras y Artes del Ministerio de Obras Públicas, en colaboración con la Comisión Nemesio Antúnez. La propuesta ganadora fue la del equipo de Iglesias & Prat, bajo la dirección de la artista Alejandra Ruddoff. Además, Pelagia Rodríguez, en representación de Santiago Amable, contribuyó capacitando a los familiares para que crearan los mosaicos que cuentan de alguna manera la vida de los 70 de Paine.
El Memorial ha evolucionado y se ha fortalecido con los años, en sus instalaciones se encuentra la sede de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados de Paine (AFDDyE), fundada el 23 de junio de 2016 con el apoyo de la Municipalidad de Paine y el proyecto Dibam. Este espacio se ha adaptado a las necesidades de la comunidad y al contexto social que lo rodea. Desde sus inicios ha tenido como objetivo rescatar y visibilizar las vidas de las víctimas de la dictadura, ofreciendo a sus familiares, a la comunidad y a todas las personas que quieran acercarse un lugar de reparación simbólica, acogida y encuentro. Este compromiso se manifiesta, por ejemplo, en la labor del Equipo de Educación, que impulsa la pedagogía de la memoria y los Derechos Humanos, actualmente compuesto por los docentes Paulina Maldonado Chávez (nieta de Carlos Chavez Reyes), Camila Cortés Quinteros (sobrina de Walter Carlos Schneuer Yubero) y Diego Cabezas Contreras (nieto de Pedro Antonio Cabezas Villegas). En el Memorial se realizan talleres de creación de mosaicos enfocados en la historia, (al igual que en comunidades, juntas de vecinos, escuelas, liceos y otros espacios), además de ceremonias conmemorativas y otras actividades que, día a día, entrelazan la persistente memoria con la educación y la esperanza.
En su equipo de trabajo también figuran dos hijos de los 70, Gerson Ramírez Guajardo, hijo Pedro Luis Ramírez Torres, quien se encarga de la manutención del Memorial para que reciba cientos de visitas al año y a su director ejecutivo Juan Leonardo Maureira Carreño, hijo de René Maureira Gajardo, quien en algún momento también presidió Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos y Ejecutados de Paine (AFDDyE) y contribuyó a gestar el Memorial.
Sabemos que el paso y el peso del tiempo son infalibles, al igual que el dolor de las familias, como el expresado en las palabras de la señora Armanda Duarte Soriano: “Hijo, cuánto te esperé y nunca regresaste, más yo fui a tu encuentro, Mamá”, palabras que prevalecen en el mosaico de su hijo mayor, Carlos Alberto Nieto Duarte, quien tenía tan solo 19 años cuando fue detenido, quienes se lo llevaron le prometieron a su madre que lo regresarían a las 6 de la mañana, han pasado 51 años y la Sra. Armanda murió en 2002 sin saber sobre Carlos. Por eso y más queda una lucha por delante; lucha que han asumido las organizaciones sociales, sitios de memorias, memoriales y algunas voluntades políticas por reconciliar nuestro pasado reciente.
A estas alturas de este doloroso camino, es válido cuestionar cuáles son los desafíos para la memoria, o, mejor dicho, para quienes luchan por preservarla y difundirla. También es pertinente considerar los retos para quienes trabajan por la justicia y la prevalencia de la verdad en el futuro. La construcción del porvenir de los Derechos Humanos está condicionada por esa parte de nuestra historia aún pendiente y que enfrenta múltiples enemigos políticos. Algunos, tan incómodos con la verdad, insisten en pasar la página y pretender que nunca, jamás, en Chile 1.469 personas fueron detenidas, desaparecidas y ejecutadas. Resulta lamentable que aún haya quienes permanezcan “contagiados de dictadura”, como diría Raúl Ruiz. Por eso, el ejercicio de la memoria en Chile sigue siendo el camino.
Rafael Escobar E.
Investigador del Observatorio de Historia Reciente de Chile y América Latina UDP.
Diosceline Camacaro Martínez
Encargada de Comunicaciones, Memorial Paine, Un lugar para la Memoria